martes, 6 de septiembre de 2016

Retrato en sepia.

Todo lo que viví fue en vano, fui infiel a mí misma… No sé reconocer derrotas, ni puedo dejar de luchar.

Con mis zapatos desgastados y mis pies cubiertos de dolor, sigo adelante.

Pero todo es distinto, yo soy otra y ya nada siento.

Llegué al borde de la insania, de la esquizofrenia y de la psicosis; me volví adicta al sufrimiento.

Perdí vida, perdí tiempo… y perdí mucho más que eso.

Cada vez confío menos y  no acepto buenas intenciones sin antes creer que seré un objeto más de alguien que está aún más perdido y más vacío que lo que estoy.

Alzo la vista y sigo, ignoro aquellas verdades obsoletas que vienen desde tiempos de antaño, sucumbo ante la realidad.

Destino desértico, el mío; destino irreparable.

Caminar sola es mi verdad.
Y es mi soledad, figura que me acompaña desde las sombras, mi antiguo amor en la más dolorosa penumbra cuando todo mi alrededor me defrauda.


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