martes, 6 de septiembre de 2016
jueves, 30 de junio de 2016
Sempiterno adiós
De mármol, blancas, tus manos.
De canela, de café, de noche...
Tus ojos.
De ciruelas, frambuesas; carmesí violacio...
Tu boca.
De oro, de trigo oscuro, tu pelo.
Pero te miro y estás gris, y ya negro el cielo...
¡ya no hay nada!
Maldita la hora en que los cuervos serpentean hacia la misma dirección...
Descansan ahora sobre tu cuerpo; mientras, viene ella.
¡Ella! la que a todos iguala, la que todo se lleva.
No va quedando nada, mi amor.... Nada.
Escrito por Melanie R. Curi
viernes, 29 de abril de 2016
A 80 del nacimiento de Alejandra Pizarnik
Flora Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires el 29 de abril de 1936, fue un destacada poetisa argentina.
En 1954 ingresó a la facultad de filosofía y letras (UBA) y estudió literatura y periodismo hasta el año 1957.
Su primer libro publicado fue "La tierra más ajena" (1955).
Desde 1960 a 1964 residió en París en donde trabajó para la revista "Cuadernos".
En Francia fue, donde nació su entrañable amistad con Julio Cortázar.
A su regreso a Argentina realizó la publicación de sus poemas más importantes: "Los trabajos y las noches" (1965), "Extracción de la piedra de la locura" (1969) y " El infierno musical" (1971).
El 25 de Septiembre del año 1972, a sus incipientes 36 años, se quitó la vida después de un duro cuadro de depresión que la había dejado internada en un hospital psiquiátrico.
Su primer libro publicado fue "La tierra más ajena" (1955).
Desde 1960 a 1964 residió en París en donde trabajó para la revista "Cuadernos".
En Francia fue, donde nació su entrañable amistad con Julio Cortázar.
A su regreso a Argentina realizó la publicación de sus poemas más importantes: "Los trabajos y las noches" (1965), "Extracción de la piedra de la locura" (1969) y " El infierno musical" (1971).
El 25 de Septiembre del año 1972, a sus incipientes 36 años, se quitó la vida después de un duro cuadro de depresión que la había dejado internada en un hospital psiquiátrico.

martes, 26 de abril de 2016
"Caperucita" por Charles Perrault.
Hola a todos! en esta oportunidad podrán ver el cuento de "Caperucita" / "Caperucita Roja" pero en la versión de Charles Perrault, reconocido escritor francés del siglo XVIII, que se ocupó de recopilar los cuentos tradicionales infantiles, al igual que los hermanos GRIMM.Estos cuentos que fueron recopilados, eran de tradición oral y cada uno posee una significación que quizá no se vea a simple vista.Esta versión incluye una moraleja, que nos muestra el origen de este relato oral. Si bien nos quedan en el tintero, un montón de aspectos para analizar. No es casualidad que el color de la caperuza usada por la protagonista sea de color rojo... Lo demás se los dejo a ustedes.
![]() |
CHARLES PERRAULT. |
Caperucita
Roja
Charles Perrault
Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se
hubiera visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más
todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le
sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo.
-Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma;
llévale una torta y este tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro
pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo
muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por
ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era
peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla
que mi madre le envía.
-¿Vive muy lejos? -le dijo el lobo.
-¡Oh, sí! -dijo Caperucita Roja-, más allá del molino que se ve allá
lejos, en la primera casita del pueblo.
-Pues bien -dijo el lobo-, yo también quiero ir a verla; yo iré por este
camino, y tú por aquél, y veremos quién llega primero.
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más
corto y la niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en
correr tras las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba.
Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
-¿Quién es?
-Es su nieta, Caperucita Roja -dijo el lobo, disfrazando la voz-, le
traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le
gritó:
-Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
El lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena
mujer y la devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En
seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la abuela, esperando a
Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc, toc.
-¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero
creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:
-Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de
mantequilla que mi madre le envía.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
-Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
Caperucita Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el
lobo le dijo, mientras se escondía en la cama bajo la frazada:
-Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a
acostarte conmigo.
Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al
ver la forma de su abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:
-Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
-Es para abrazarte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
-Es para correr mejor, hija mía.
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
-Es para oírte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué ojos tan grandes tiene!
-Es para verte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
-¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita
Roja y se la comió.
Moraleja
Aquí vemos que la adolescencia,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.

lunes, 25 de abril de 2016
Frase Verbal
Frases Verbales:
Las frases verbales son construcciones formadas por un verbo y un verboide.
Hay tres clases de frases verbales:
Las frases verbales son construcciones formadas por un verbo y un verboide.
Hay tres clases de frases verbales:
1. Frase verbal de
tiempo compuesto:
Verbo HABER + PARTICIPIO
Ejemplo: Han bailado.
Verbo HABER + PARTICIPIO
Ejemplo: Han bailado.
2. Frase verbal de voz
pasiva:
Verbo SER + Participio
Ejemplo: Es bailado/ Fue bailado.
Verbo SER + Participio
Ejemplo: Es bailado/ Fue bailado.
3. Frase verbal de
gerundio e infinitivo:
Se clasifican semánticamente según su aspecto:
Se clasifican semánticamente según su aspecto:
a. de inicio (incoativas):
empezar /comenzar / echarse / ir /
ponerse / + a +infinitivo
comenzó a comer
b. de terminación (terminativas)
acabar / terminar / cesar /
dejar + de + infinitivo
terminó de comer
c. de resultado (resultativas)
llegar /
alcanzar + a + infinitivo
llegó a
preparar
d. de inminencia (inminenciales)
estar por / estar a punto de / + infinitivo
estaba por disparar
e. de duración (continuativas)
estar / seguir / andar / + gerundio
sigue caminando
f. de reiteración (reiterativas)
volver / tornar + a + infinitivo
volvió a
llover
g. de hábito (habituales)
soler + infinitivo
suele llover
h. de inmovilidad (inmóviles)
quedarse + gerundio
se quedó estudiando
i. de obligación (obligativas)
haber que / deber / tener que + infinitivo
hay que pintar / debe pintar
/ tiene que pintar
j. de posibilidad (posibles)
deber de / poder + infinitivo
deben de ser las diez / pueden llegar
Escrito y posteado por letras-poesiayalgomas.blogspot.com
Escrito y posteado por letras-poesiayalgomas.blogspot.com
Contenidos del Blog
Hola, a todos aquellos que por casualidad han venido a parar aquí.
Quería comentar brevemente de qué trata este blog.
Los contenidos que subo son variados, pero todos tienen que ver con el área de lengua y literatura.
En la parte de literatura postearé poesías, poemas, cuentos, reseñas, tanto de mi autoría como de otros autores.
Referido a lo que es la lengua, verán distintos temas que hacen a la gramática y a la buena escritura, sobre todo para aquellos que están estudiando y necesitan despejar dudas.
Dicho esto, me despido hasta el próximo post, que en breves lo verán.PD: Por supuesto que se aceptan sugerencias!
Saludos M.R.C
sábado, 23 de abril de 2016
Dueles
Apenas terminábamos de besarnos, me acomodé en su pecho. Una de mis blancas y pequeñas manos, descansaba en su nuca y tocaba cada uno de sus lunares. La otra, en cambio, descansaba en su pecho y se dedicaba a dibujar círculos e infinitos espirales sobre su piel. Mientras lo iba mirando apasionadamente, nuestras pupilas se fundían, se distanciaban y se volvían a encontrar. En cuestión de segundos él ya era una extensión de mi propia piel. Nos quedamos así un par de horas, uno al ladito del otro, sintiéndonos, rozándonos, respirándonos, comiéndonos, digiriéndonos. No se trataba de otra cosa que no fuera amor, y del más puro. Mis dedos, ahora iban subiendo y acariciaban su cara, sus labios. Él, por su parte, dejó caer en mi frente un beso cálido. De esos que te hacen sentir invencible. Iba cayendo la noche, y sabía que se acercaba ese inevitable final. Por entonces, nos levantamos de aquel banco de aquella plaza, en la cual destinamos dos intensas horas a querernos. Nos dirigíamos a la estación de tren, agarrados de la mano. Estas, amalgamadas y entrecruzadas, me mostraban su mundo. Al llegar a la estación, nos despedimos con un beso corto, en el que presioné mis labios con los suyos, y juramos volver a vernos. Sí, lo juramos… Pero no… Pasaron días, meses lejos el uno del otro, y aún no sé el porqué. Nuestra única y escasa comunicación era por carta. Nuestros deseos más ínfimos estaban reflejados con total diafanidad en cada una de las palabras que nos proferíamos. Soñábamos con hacernos el amor, y con revivir aquel día que por entonces nos era tan lejano. Pero un día sin motivo alguno, dejó de responder. Lloré mucho, sí, y aún lo sigo haciendo. Durante ese tiempo me dediqué a perderme. Moría y renacía constantemente… Pateé y golpeé cada pared de la casa, un golpe por cada beso que nos dimos… Y por los que no nos dimos, también. Ahora, terminé de desangrar y ya nada me queda. Me encerré por siempre en este inevitable vacío en el que ya no puedo esperar nada de nadie, menos de la vida. No sé si volverá, ni sé lo que pasó, pero lo quise de verdad y es probable que lo siga queriendo. “Quién de verdad te ama no te hace sufrir” gritan por ahí, y puede que sea cierto. Pero el amor duele, por lo menos a mí me ha dolido siempre.M.R.C
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